Cata de vinos paso a paso
Si siempre te has preguntado en qué consiste el proceso de catar un vino, aquí te contamos todos los detalles, paso a paso de una cata de vinos.
¿Cómo catar un vino sin ser un experto?
Esta guía es tan solo un comienzo para aprender este tema tan apasionante y complejo.
Si probamos suerte en distintas catas de vino, recuerda siempre después de la cata es preferible escupir el vino sorbido en la escupidera especial que tragarlo, porque evidentemente corremos el riesgo de excedernos en la ingesta de alcohol.
Además, tener en cuenta las copas para vino, se cree que todo vino tiene su copa perfecta , porque este “accesorio” puede afectar la experiencia gustativa: sin ser un profesional ni tener que comprar decenas de copas diferentes, incluso una clásica de tamaño mediano. El tamaño de la tulipa puede ser un excelente accesorio para catar cualquier tipo de vino, pero cuidado con las críticas de expertos y meticulosos.
El primer paso, el examen visual del vino
Una vez descorchada la botella, se debe llenar el vaso por un tercio (alguien dice que con un cuarto es suficiente), prestando mucha atención al flujo de la bebida; luego tomaremos la copa por el tallo (para no alterar la temperatura de servicio con el calor de la palma de la mano) e intentaremos observar con atención las características del vino, para evaluar la transparencia, claridad y posible efervescencia. y para determinar su tipo, su antigüedad y los defectos que sean inmediatamente perceptibles.
Es en esta etapa de la cata de vinos cuando hay que fijarse bien en el color del vino, acercando la copa a la altura de los ojos para escudriñar la intensidad, los tonos y los matices del producto: la hoja de papel nos ayudará en esta operación, porque nos servirá como contraste para resaltar los colores.
En general, los vinos blancos tienen tonalidades que van desde el verdoso de los más jóvenes y frescos hasta el ámbar, mientras que los tintos cubren un pantone que va desde el púrpura de los nuevos hasta el teja de los más corpulentos. Es bueno saber que los vinos de crianza generalmente tienen un color más oscuro.
Agitar la copa de vino
Tras realizar este examen visual podemos realizar el típico gesto del sumiller, el remolino de la copa: esta operación sirve para que el vino se adhiera a las paredes (o ” gane ” la copa) y se analice la formación de los ” arcos ” o lágrimas, las típicas líneas curvas que nos pueden ayudar a entender la viscosidad del vino y su grado alcohólico. Simplificando, cuantos más arcos hay, más probable es el grado alcohólico; además, cuanto más apretadas y lentas sean las lágrimas, más estructurado y alcohólico será el vino.
El examen olfativo
Pasemos ahora a otro sentido ya otro examen, el del olfato: acercamos el vaso a nuestra nariz e inhalamos profundamente, manteniendo los ojos cerrados e intentando no pensar en nada. De hecho, será el olor del vino el que traerá recuerdos , sensaciones y emociones a nuestra mente, que trataremos de anotar en el cuaderno: debemos reconocer los olores naturales de la bebida , notas de flores, hierbas o frutas. que varían de un producto a otro y que describen su riqueza y finura aromática.
Para liberar todas las sustancias olorosas hay que girar lentamente la copa alrededor del tallo, acercando la nariz y luego alejarla para no acostumbrarse a los perfumes. Desde un punto de vista técnico, con este proceso tenemos que tener en cuenta algunos parámetros específicos:
El olor del vino – de varios tipos, por ejemplo lleno, noble, pronunciado, delicado, sutil, tenue, fugaz – que se describe por analogía con los olores de la naturaleza – y por lo tanto aromático, afrutado, especiado, herbáceo, tostado, mineral, etéreo
La intensidad, o más bien la “fuerza” con la que percibimos los aromas.
Persistencia, la capacidad de “quedarse” en la nariz.
La complejidad, es decir la cantidad y número de perfumes percibidos.
Calidad, que es un juicio global sobre el ramo de aromas, con valoraciones que van desde “común” hasta “excelente”.
¿Cómo catar un vino?
Finalmente hemos llegado al punto culminante, el de la degustación del vino: los expertos recomiendan sorber pequeñas cantidades, que se mantendrán durante unos segundos en la boca para tener la oportunidad de captar las diversas sensaciones gustativas. Es importante no dejarse llevar por el placer de la degustación, sino permanecer centrado en las sensaciones físicas que nos transmite.
En particular, debemos anotar el sabor inicial, intermedio y final del vino, identificar su cuerpo, su estructura y las emociones que suscita en nuestra memoria. Debemos centrar las percepciones en el sabor, la intensidad y las sensaciones táctiles: según el tipo y la calidad, un vino puede ser más o menos dulce, astringente (debido a los taninos variables), fresco o acidulado. Además, puede dejar una sensación suave y aterciopelada o ser más anguloso, y cada vino tiene su peso: estamos hablando de productos estructurados o ligeros. Generalmente, los vinos de calidad muestran y transmiten un buen equilibrio entre acidez, grado alcohólico y taninos.